La visión es uno de nuestros sentidos más preciados y perderla nos preocupa a 9 de cada 10 españoles. La pérdida del sentido de la visión se sitúa incluso un punto por encima de la preocupación de la salud general. A pesar de esto, nuestro Sistema Nacional de Salud ofrece una cartera de servicios relacionados con la salud visual muy escasa en atención primaria. La incorporación del óptico-optometrista al SNS en España es una reivindicación mayoritaria que viene reclamándose desde hace tiempo.
No hay ninguna duda de que el óptico-optometrista es el profesional sanitario más preparado para solucionar problemas visuales, en general muy comunes en la población como las deficiencias refractivas y binoculares, que suponen las principales causas de consulta en atención primaria. En la actualidad, el 27,6% de las derivaciones que realizan los pediatras de atención primaria y el 14,5% de las que realizan los médicos de familia, son al oftalmólogo.
Cuando el paciente decide revisarse la vista a través de Atención Primaria (AP), se encuentra con gran falta de medios, algo que inevitablemente provoca las derivaciones al oftalmólogo, provocando que esta especialidad sea la segunda con mayor lista de espera.
Los casos que se desvían a las consultas son en el 76,4% de los casos problemas relacionados con agudeza visual, que deberían ser solucionados en AP, para evitar estos colapsos. Por tanto, el 80% de la cobertura de salud visual de AP se realiza mediante provisión privada en dinero de bolsillo o mediante seguros privados.
En este contexto de escasa e ineficiente cobertura pública de la salud visual por parte de SNS, que inevitablemente genera desigualdades de acceso en grupos de riesgo socio- sanitario, la Sociedad Española de Optometría ha realizado un exhaustivo estudio sobre la importancia de la cartera de servicios que se ofrece relacionados con esta especialidad y la necesaria incorporación de los ópticos-optometristas en el nivel primario de atención sanitaria.
La incorporación del óptico-optometrista a la red pública sanitaria, bien integrándolo plenamente, bien a través de conciertos de externalización, es una petición que el sector demanda desde hace tiempo. Así, la presencia en nuestro país de profesionales legal y altamente capacitados para determinadas funciones específicas en salud visual, justifica que los óptico-optometrista aspiren legítimamente a integrarse profesionalmente en aquellas tareas concretas para las que han sido formados.
Pero además, la incorporación en Atención Primaria para asumir las derivaciones a oftalmología relacionadas con la agudeza visual, supondría una mejora cualitativa de la atención prestada a los ciudadanos e implicaría una reducción del gasto sanitario y una mejora de la eficiencia del sistema.
Según se indica en el Informe Técnico elaborado por la Sociedad Española de Optometría, la incorporación de los ópticos-optometristas al SNS podría ahorrar en torno a 1.035.000 de derivaciones anuales a la atención especializada. Si consideramos que el coste de una visita especializada se sitúa como mínimo en los 68-70 € (esta cifra por ejemplo se eleva a los 206 euros en el último informe de facturación publicado por Osakidetza para el País Vasco) el ahorro estimado para el sistema sanitario público se situaría entre 70-72 millones de euros. Esto significa que el ahorro neto (diferencia entre lo ahorrado y el coste de implantación) se situaría entre los 52-58 millones de euros dependiendo del modelo (público integrado o capitación) que se decida elegir. Hay que tener en cuenta que este ahorro neto podría elevarse sustancialmente tomando otros costes para la primera consulta especializada, pudiendo llegar incluso a los 160 millones de euros (si se toma el valor de Osakidetza).
Impacto de la Covid-19 en las consultas oftalmológicas
En términos generales, la Covid-19 ha provocado la necesidad de liberar recursos asistenciales en Atención Primaria, con el objetivo de evitar contagios y liberar recursos. Por lo tanto, los últimos datos disponibles sobre lista de espera en oftalmología (segundo semestre de 2019) indicaban un aumento del 7,09% sobre el mismo periodo del año anterior. Con una media de 83 días para consultas externas, 81 días para cirugía y un total de 141.000 pacientes en lista de espera quirúrgica.
Tras el impacto de la Covid-19, aunque todavía no existen datos oficiales, según indican desde la Sociedad Española de Optometría, es posible que estas cifras se hayan duplicado. Un estudio publicado en la British Journal of Surgery estimaba que las 12 semanas de parón por la pandemia obligaron a suspender el 72% de las operaciones no urgentes (más de 28 millones en el mundo). “Si los países aumentan su volumen quirúrgico normal en un 20% después de la pandemia, les llevaría unas 45 semanas eliminar la acumulación de operaciones resultantes de la interrupción de la covid-19”.
Ante esta situación, parece evidente que cuantos menos pacientes lleguen a las consultas de oftalmología externas, del Sistema Nacional de Salud, mediante la colaboración/integración de los ópticos-optometristas, menor tiempo llevará eliminar las listas de espera quirúrgicas.
Principales ventajas de la incorporación del óptico-optometrista a la AP
- Es una medida viable, necesaria y útil en términos sanitarios.
- Reducir las listas de espera y los tiempos promedio de asistencia.
- Descargar a otros profesionales sanitarios tanto del ámbito de la Atención Primaria como de la asistencia especializada.
- Mejorar los resultados clínicos a corto y largo plazo de la salud visual, al incrementar técnicas de diagnóstico precoz y seguimiento.
- Reducir costes a corto y medio plazo, suponiendo un ahorro importante para el sistema sanitario público.
- La nueva normalidad y el impacto de la Covid-19, exigen soluciones creativas en una estructura asistencial que ya se mostraba ineficiente antes de la Pandemia.